sábado, 30 de marzo de 2013

ESCLAVOS DEL NO SABER QUE SE ES ESCLAVO. Por Hernán González Díaz


ESCLAVOS DEL NO SABER QUE SE ES  ESCLAVO.
Por Hernán González Díaz
Existen diversas visiones del mundo en que vivimos y ellas obedecen a nuestra cultura y educación según el desenvolvimiento del individuo en la sociedad y hasta del nivel social donde se nace y se desarrolla. Sin pensarlo mucho, los padres sean: pobre, clase media o millonarios, intentan al igual que lo hicieron con ellos darle a sus hijos  en casa sus primeras nociones de educación y unos valores tal y como ellos los aprendieron de sus padres y sus padres de sus abuelos y así de forma indeterminada. La vecindad y la calle les dará otro tanto y para complementarlo se les envían a la escuela (recuerden que cada quien asiste a su formación en: el hogar, la calle y la escuela, según el nivel  social en el que la ruleta de la vida le permitió nacer y en cada una de ellas se forma el ciudadano.  En la escuela unos se formarán para ser mano de obra, otros para ser patrones y los últimos para ser patrones de patrones y percibir las ganancias del trabajo de los dos primeros.
 ¿Por qué sucede esto? Es sencillo e histórico, cada grupo social ha sido formado a lo largo de sus vidas para ejercer su rol. Ese es el orden establecido, ese es el orden con el que por siglos y siglos nos han controlado e incluso nos han convertido en supervisores, en protectores del sistema, en engrasadores del engranaje  en nuestro propio perjuicio sin darnos cuenta. Para ello la educación formal ha jugado un importante papel. Cada docente al recibir su titulo pasa a creerse dueño de la verdad y el conocimiento absoluto, sin darse cuenta que al igual que quienes le enseñaron en la universidad se graduó de engrasador del sistema para repetir algunas formas de dominación o para mejorarlas y sentirse orgulloso de tal  acto de inconsciencia en contra de unos niños y también en contra de unos jóvenes que irán a la universidad y egresaran para seguir formando reproductores del sistema y estar siempre al servicio de quienes a su vez le sirven a uno más arriba.  Fíjense bien,  por eso a la mayoría de los dueños del capital del mundo, incluida Venezuela, les parece natural la explotación del pueblo, (están formados para creerse con ese derecho) por eso los que le siguen en la cadena les parece natural contribuir a la explotación y llegar a creerse parte de la elite del poder económico (a la que no pertenece, ni pertenecerá pero eso no lo verá, pues está formado para creerse así  y no ver la verdad) y los últimos de la cadena, los de abajo, los oprimidos, entenderán como natural el hambre, la explotación, las jornadas laborales y la sumisión; pues está formado para trabajar repetitivamente y vivir pegado a la televisión donde constantemente se le reordena o reconfigura mentalmente a fin de que no se salga del engranaje que impone el sistema. Sistema sostenido por unas 100 familias en el mundo (*) que son las que mueven los hilos de la economía y es para quienes trabajamos todos en el planeta sin darnos cuenta.
Según la cultura mercantil, el mundo debe convertirse en una gran autopista de unificación que facilite el transporte de la mercancía y todo obstáculo natural o humano debe ser destruido.  Por ello se atropella al hombre cuando logra ver más allá  y muestra su desacuerdo con el sistema. Los opresores,  manipulan de manera que el ser humano no se advierta cuánto es utilizado. La opresión se moderniza y muta  expandiéndose por todas partes y mejorando las formas que le permiten ocultar la condición de esclavista. Decía William Shakespeare,  “Que época tan terrible está en que unos idiotas conducen a unos ciegos”  eso fue escrito hace más de 500 años y sigue siendo así. Pocos pueden distinguir el juego implementado por los opresores del mundo. Bien decía Karl Marx, en su obra El Capital, “A primera vista, una mercancía parece ser un objeto trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias tecnológicas” Por ello parece todo normal, todo  está concebido para que el hombre no se descubra esclavos y cual ciego se deje conducir por donde mejor le plazca al amo y de paso el esclavo salga en defensa de lo inaudito,  (por obra de la sutileza y lo subliminal). Al ser humano se le  conduce por un mundo de consumismo, compra hasta lo que no puede pagar, volviéndose compulsivo en la adquisición de mercancía que quizás ni necesita. Y sin notar que la posesión de bienes, no va de la mano con la libertad.  Uno de los libros más antiguos y leídos  por los mortales  reza: “De que le sirve al hombre poseerlo todo, si a cambio pierde su alma” el Evangelio según  Mateo 8:36 y tal como allí es señalado se  vende el alma en el afán de cumplir el mandato del amo tras la adquisición de mercancía inútil y así reafirmar nuestra condición de servidumbre. Sin darnos cuenta el grueso de los habitantes del planeta a pasado a engrosar la lista de personas que padecen hambre y no logran avizorar que están siendo empujados, manipulados, explotados, esclavizados por un  sistema que hace de la desigualdad un criterio de progreso, y mientras esto sea así el hambre no desaparecerá jamás.
Para obtener lo que la publicidad y los mensajes subliminales nos dictan por órdenes del opresor, nos vemos obligados a trabajar. Y ¿para quién trabajamos?   ¿Y qué es el trabajo? Trabajamos para un minúsculo 1% que es el dueño de la riqueza mundial.   Y el trabajo, que significado encierra esta palabra, el trabajo no es más que un Instrumento de tortura como bien se define su raíz. La palabra trabajo viene de trabajar y esta del latín tripaliare. Tripaliare viene de tripalium (tres palos). Tripalium era un yugo hecho con tres (tri) palos (palus) en los cuales amarraban a los esclavos para azotarlos.  Como podemos ver, el trabajador ya sea por el látigo, el tripalium o el cronometro que regula el horario de cada faena está esclavizado y el peor elemento de dominación es hacerle creer que es libre, que tiene libre albedrio, que hace lo que quiere y que podrá invertir en lo que él desea, pero lo que no sabe ese trabajador es que ese deseo será inducido para que gaste comprando lo que los dueños del capital quieren que compres.  Por otro lado se estimula la competencia desleal, en un medio creado para pensar poco y repetir mucho. Cada trabajador tiene asignado un trabajo repetitivo, cada uno lucha por ser el mejor esclavo, es un especialista en su área de producción y esta especialización se repite a escala planetaria, y así obedientemente alimenta las alforjas del amo. A fuerza de repetir y obedecer se obtienen reflejos de sumisión. La obediencia se ha convertido en nuestra naturaleza, obedecer sin saber por qué, simplemente porque sabemos que se tiene que obedecer. Sin darse cuenta está  totalmente esclavizado pero no lo sabe o no lo quiere saber, esto es la esclavitud moderna, es peor que los esclavos de la antigüedad, ellos se sabían esclavos a fuerza de látigo, hambre, miedo y opresión, hoy en cambio (más grave aún) el hombre parece  no darse cuenta de su entregada esclavitud. Acepta sin discutir la vida que se ideó para él, esta resignado y no hay nada más asquiante que la resignación. Creé, a causa de la estudiada y constante publicidad, que la felicidad y la plenitud radican en poseer más, tener más, pero mientras más acumula mercancía más alejado esta de la verdadera felicidad. Nos han vuelto consumistas, primero el radio, luego el carro, la televisión, la computadora, y más recientemente el celular, todas estas mercancías distribuidas masivamente en un muy breve tiempo modifican desde lo profundo las relaciones humanas, sirven para aislarnos de nuestros semejantes y por otra parte para divulgar los mensajes dominantes  del sistema. Las cosas que poseemos terminan por poseernos. No hay nada peor que un esclavo que no sabe que lo es. 
Nos hemos resignado a esta vida pensando que no puede haber otra, es ahí donde reside la fuerza de la dominación presente. Hacer creer que este sistema que ha colonizado toda la tierra es el fin de la historia, han convencido a la clase dominada que adaptarse a su ideología equivale a adaptarse al mundo tal como es y tal como ha sido siempre. Soñar con otro mundo se ha convertido en un crimen condenado al unisonó por los medios de información y todos los poderes. Aunque criminal es aquel que contribuye consciente o no a la demencia de la organización social dominante. No hay locura más grande que la del sistema presente.
Como intentamos decir al inicio de esta larga perorata, desde muy pequeños han trabajado en la colonización de nuestra conciencia. Las imágenes y el simbolismo han funcionado perfectamente para este objetivo y la complicidad por ignorancia de los adultos ha sido la mayor contribución. A esto se suman los adelantos  tecnológicos y psicológicos aplicados a la utilización de la imagen, toda la publicidad está controlada por los grandes consorcios, esta signada por ella. La imagen sigue siendo la forma de comunicación más directa y más eficaz. Construye modelos, embrutece las masas, les miente, les crea frustraciones y les infunde la ideología mercantil. Siempre con el mismo objetivo, vender modelos de vida o productos, comportamientos o mercancías, vender no importa qué, pero vender.
El ser humano para poder combatir el sistema debe reaprender, abrir su consciencia, descubrir el juego, darse cuenta que ha sido ficha de un tablero o muñeco movido por hilos, entender que no hay nada peor que esta servidumbre moderna y tomar acciones de transformación. No permitir que le manipulen hasta su forma de rebeldía o protesta. Porque fíjense bien, si un grupo de ciudadanos toma conciencia de cuanto se le oprime y manipula, y sale a protestar para infundir consciencia en otros u obtener un poco de justicia, si se revelan, entonces los llaman terroristas y terminan haciéndoles sentir que han cometido un error al revelarse y les hacen sentir culpa por haber desobedecido las reglas del sistema. Pero estemos claros, disponemos de una fuerza numérica incomparable frente a la minoría que gobierna, su fuerza no la obtienen de su policía ni del numero que ellos representan, no, su fuerza proviene de algo más terrible; su fuerza viene de nuestro consentimiento, justificamos nuestra cobardía al enfrentamiento legitimo contra las fuerzas que nos oprimen con un discurso lleno de humanismo moralizador. El rechazo a la violencia revolucionaria está anclado en los espíritus de aquellos que se oponen al sistema defendiendo unos valores que el mismo sistema les ha enseñado. Pero cuando se trata de conservar la hegemonía, el poder no vacila nunca en usar la violencia. Y así hacen volver al redil a los desobedientes del sistema y logran mantener a todos embrutecidos como auténticos encadenados al Tripalium o Esclavos Del No Saber Que Se Es  Esclavo.

(*)"El 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que no ha hecho más que acelerar esta tendencia.

Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo, equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la pobreza en el planeta".

Datos publicados recientemente por OXFAM Internacional, organización internacional de promoción del desarrollo y lucha contra la hambruna, fundada en Inglaterra en 1942)