ESCLAVOS DEL NO SABER QUE SE ES
ESCLAVO.
Por Hernán González Díaz
Existen
diversas visiones del mundo en que vivimos y ellas obedecen a nuestra cultura y
educación según el desenvolvimiento del individuo en la sociedad y hasta del nivel
social donde se nace y se desarrolla. Sin pensarlo mucho, los padres sean:
pobre, clase media o millonarios, intentan al igual que lo hicieron con ellos
darle a sus hijos en casa sus primeras
nociones de educación y unos valores tal y como ellos los aprendieron de sus
padres y sus padres de sus abuelos y así de forma indeterminada. La vecindad y
la calle les dará otro tanto y para complementarlo se les envían a la escuela
(recuerden que cada quien asiste a su formación en: el hogar, la calle y la
escuela, según el nivel social en el que
la ruleta de la vida le permitió nacer y en cada una de ellas se forma el
ciudadano. En la escuela unos se formarán
para ser mano de obra, otros para ser patrones y los últimos para ser patrones
de patrones y percibir las ganancias del trabajo de los dos primeros.
¿Por qué sucede esto? Es sencillo e histórico,
cada grupo social ha sido formado a lo largo de sus vidas para ejercer su rol.
Ese es el orden establecido, ese es el orden con el que por siglos y siglos nos
han controlado e incluso nos han convertido en supervisores, en protectores del
sistema, en engrasadores del engranaje
en nuestro propio perjuicio sin darnos cuenta. Para ello la educación
formal ha jugado un importante papel. Cada docente al recibir su titulo pasa a
creerse dueño de la verdad y el conocimiento absoluto, sin darse cuenta que al
igual que quienes le enseñaron en la universidad se graduó de engrasador del
sistema para repetir algunas formas de dominación o para mejorarlas y sentirse
orgulloso de tal acto de inconsciencia
en contra de unos niños y también en contra de unos jóvenes que irán a la
universidad y egresaran para seguir formando reproductores del sistema y estar
siempre al servicio de quienes a su vez le sirven a uno más arriba. Fíjense bien,
por eso a la mayoría de los dueños del capital del mundo, incluida Venezuela, les
parece natural la explotación del pueblo, (están formados para creerse con ese
derecho) por eso los que le siguen en la cadena les parece natural contribuir a
la explotación y llegar a creerse parte de la elite del poder económico (a la
que no pertenece, ni pertenecerá pero eso no lo verá, pues está formado para
creerse así y no ver la verdad) y los
últimos de la cadena, los de abajo, los oprimidos, entenderán como natural el
hambre, la explotación, las jornadas laborales y la sumisión; pues está formado
para trabajar repetitivamente y vivir pegado a la televisión donde
constantemente se le reordena o reconfigura mentalmente a fin de que no se
salga del engranaje que impone el sistema. Sistema sostenido por unas 100
familias en el mundo (*) que son las que mueven los hilos de la
economía y es para quienes trabajamos todos en el planeta sin darnos cuenta.
Según la
cultura mercantil, el mundo debe convertirse en una gran autopista de unificación
que facilite el transporte de la mercancía y todo obstáculo natural o humano
debe ser destruido. Por ello se
atropella al hombre cuando logra ver más allá
y muestra su desacuerdo con el sistema. Los opresores, manipulan de manera que el ser humano no se advierta
cuánto es utilizado. La opresión se moderniza y muta expandiéndose por todas partes y mejorando
las formas que le permiten ocultar la condición de esclavista. Decía William
Shakespeare, “Que época tan terrible
está en que unos idiotas conducen a unos ciegos” eso fue escrito hace más de 500 años y sigue
siendo así. Pocos pueden distinguir el juego implementado por los opresores del
mundo. Bien decía Karl Marx, en su obra El Capital, “A primera vista, una mercancía parece ser un objeto trivial, de
comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico
en sutilezas metafísicas y reticencias tecnológicas” Por ello parece todo
normal, todo está concebido para que el
hombre no se descubra esclavos y cual ciego se deje conducir por donde mejor le
plazca al amo y de paso el esclavo salga en defensa de lo inaudito, (por obra de la sutileza y lo subliminal). Al
ser humano se le conduce por un mundo de
consumismo, compra hasta lo que no puede pagar, volviéndose compulsivo en la
adquisición de mercancía que quizás ni necesita. Y sin notar que la posesión de
bienes, no va de la mano con la libertad.
Uno de los libros más antiguos y leídos
por los mortales reza: “De que le
sirve al hombre poseerlo todo, si a cambio pierde su alma” el Evangelio según Mateo 8:36 y tal como allí es señalado se vende el alma en el afán de cumplir el
mandato del amo tras la adquisición de mercancía inútil y así reafirmar nuestra
condición de servidumbre. Sin darnos cuenta el grueso de los habitantes del
planeta a pasado a engrosar la lista de personas que padecen hambre y no logran
avizorar que están siendo empujados, manipulados, explotados, esclavizados por
un sistema que hace de la desigualdad un
criterio de progreso, y mientras esto sea así el hambre no desaparecerá jamás.
Para obtener
lo que la publicidad y los mensajes subliminales nos dictan por órdenes del
opresor, nos vemos obligados a trabajar. Y ¿para quién trabajamos? ¿Y qué es el trabajo? Trabajamos para un
minúsculo 1% que es el dueño de la riqueza mundial. Y el trabajo, que significado encierra esta
palabra, el trabajo no es más que un Instrumento de tortura como bien se
define su raíz. La palabra trabajo viene de trabajar y esta del latín
tripaliare. Tripaliare viene de tripalium (tres palos). Tripalium era un yugo
hecho con tres (tri) palos (palus) en los cuales amarraban a los esclavos para
azotarlos. Como podemos ver, el
trabajador ya sea por el látigo, el tripalium o el cronometro que regula el
horario de cada faena está esclavizado y el peor elemento de dominación es
hacerle creer que es libre, que tiene libre albedrio, que hace lo que quiere y
que podrá invertir en lo que él desea, pero lo que no sabe ese trabajador es
que ese deseo será inducido para que gaste comprando lo que los dueños del
capital quieren que compres. Por otro
lado se estimula la competencia desleal, en un medio creado para pensar poco y
repetir mucho. Cada trabajador tiene asignado un trabajo repetitivo, cada uno
lucha por ser el mejor esclavo, es un especialista en su área de producción y
esta especialización se repite a escala planetaria, y así obedientemente
alimenta las alforjas del amo. A fuerza de repetir y obedecer se obtienen
reflejos de sumisión. La obediencia se ha convertido en nuestra naturaleza,
obedecer sin saber por qué, simplemente porque sabemos que se tiene que
obedecer. Sin darse cuenta está totalmente esclavizado pero no lo sabe o no lo
quiere saber, esto es la esclavitud moderna, es peor que los esclavos de la
antigüedad, ellos se sabían esclavos a fuerza de látigo, hambre, miedo y
opresión, hoy en cambio (más grave aún) el hombre parece no darse cuenta de su entregada esclavitud. Acepta
sin discutir la vida que se ideó para él, esta resignado y no hay nada más
asquiante que la resignación. Creé, a causa de la estudiada y constante
publicidad, que la felicidad y la plenitud radican en poseer más, tener más,
pero mientras más acumula mercancía más alejado esta de la verdadera felicidad.
Nos han vuelto consumistas, primero el radio, luego el carro, la televisión, la
computadora, y más recientemente el celular, todas estas mercancías
distribuidas masivamente en un muy breve tiempo modifican desde lo profundo las
relaciones humanas, sirven para aislarnos de nuestros semejantes y por otra
parte para divulgar los mensajes dominantes
del sistema. Las cosas que poseemos terminan por poseernos. No hay nada
peor que un esclavo que no sabe que lo es.
Nos hemos
resignado a esta vida pensando que no puede haber otra, es ahí donde reside la
fuerza de la dominación presente. Hacer creer que este sistema que ha
colonizado toda la tierra es el fin de la historia, han convencido a la clase
dominada que adaptarse a su ideología equivale a adaptarse al mundo tal como es
y tal como ha sido siempre. Soñar con otro mundo se ha convertido en un crimen
condenado al unisonó por los medios de información y todos los poderes. Aunque
criminal es aquel que contribuye consciente o no a la demencia de la
organización social dominante. No hay locura más grande que la del sistema
presente.
Como
intentamos decir al inicio de esta larga perorata, desde muy pequeños han
trabajado en la colonización de nuestra conciencia. Las imágenes y el
simbolismo han funcionado perfectamente para este objetivo y la complicidad por
ignorancia de los adultos ha sido la mayor contribución. A esto se suman los
adelantos tecnológicos y psicológicos
aplicados a la utilización de la imagen, toda la publicidad está controlada por
los grandes consorcios, esta signada por ella. La imagen sigue siendo la forma
de comunicación más directa y más eficaz. Construye modelos, embrutece las
masas, les miente, les crea frustraciones y les infunde la ideología mercantil.
Siempre con el mismo objetivo, vender modelos de vida o productos,
comportamientos o mercancías, vender no importa qué, pero vender.
El ser humano
para poder combatir el sistema debe reaprender, abrir su consciencia, descubrir
el juego, darse cuenta que ha sido ficha de un tablero o muñeco movido por
hilos, entender que no hay nada peor que esta servidumbre moderna y tomar
acciones de transformación. No permitir que le manipulen hasta su forma de
rebeldía o protesta. Porque fíjense bien, si un grupo de ciudadanos toma
conciencia de cuanto se le oprime y manipula, y sale a protestar para infundir
consciencia en otros u obtener un poco de justicia, si se revelan, entonces los
llaman terroristas y terminan haciéndoles sentir que han cometido un error al revelarse
y les hacen sentir culpa por haber desobedecido las reglas del sistema. Pero
estemos claros, disponemos de una fuerza numérica incomparable frente a la
minoría que gobierna, su fuerza no la obtienen de su policía ni del numero que ellos
representan, no, su fuerza proviene de algo más terrible; su fuerza viene de nuestro
consentimiento, justificamos nuestra cobardía al enfrentamiento
legitimo contra las fuerzas que nos oprimen con un discurso lleno de humanismo
moralizador. El rechazo a la violencia revolucionaria está anclado en los
espíritus de aquellos que se oponen al sistema defendiendo unos valores que el
mismo sistema les ha enseñado. Pero cuando se trata de conservar la hegemonía,
el poder no vacila nunca en usar la violencia. Y así hacen volver al redil a
los desobedientes del sistema y logran mantener a todos embrutecidos como auténticos
encadenados al Tripalium o Esclavos Del No Saber Que Se Es Esclavo.
(*)"El 1% de la población más rica del planeta ha incrementado sus
ingresos en un 60% durante las últimas dos décadas, pese a la crisis, que
no ha hecho más que acelerar esta tendencia.
Los 240.000 millones de dólares (180.000 millones
de euros) que ingresaron durante 2012 las cien personas más ricas del mundo,
equivalen a cuatro veces la cantidad necesaria para poner fin a la
pobreza en el planeta".
Datos publicados
recientemente por OXFAM Internacional, organización internacional de promoción del desarrollo
y lucha contra la hambruna, fundada
en Inglaterra en 1942)