EL GÉNESIS DE LAS DOS PRIMERAS BIBLIOTECAS DE PALO NEGRO
Por allá por el año de 1971,
siendo yo aun de esos que hoy denominan un preadolescente, me dio por reunirme
con algunos jóvenes de la calle Ricaurte, de Palo Negro, donde yo vivía. Aquel
grupo de jóvenes tendrían en el entonces
entre 17 y 21 años de edad, y yo apenas 12, algunos de ellos eran del sector,
otros venían de la Atascosa, el Centro, Libertador y hasta del Barrio
Ocumarito, eran estos muchachos lo que
cualquiera por sus excentricidades llamaría: los locos de la cuadra, el grupo se ganaba ese remoquete
quizás porque eran los que organizaban
la carroza de carnaval, los equipos de fútbol, la fiestas de miniteca y de paso les daba por
sentarse en la acera de la Señora Santiaga, en la calle Ricaurte con Mariño, justo
en la esquina las flores, desde las 8 de la noche y hasta las 12 o más, a leer,
a discutir lo leído y a elucubrar sobre temas diversos.
Como dije antes, yo aun era un
niño, pero ya de ante manos me gustaba leer, inicie muy temprano con
suplementos de comíc, (aquellos que costaban real y medio y que casi todos eran
de la Editorial Navarro de México) luego
cayó en mis manos gracias a mi madre Verónica, mi primer libro propiamente
dicho, se trato de “20.000 Leguas de Viaje Submarino”, de Julio Vernes, y tras
esté otros, “ Viaje al Centro de la Tierra”, “El Viaje a la Luna”, “La Vuelta
al Mundo en 80 Días”, y me convertí así, por obra y gracia de mi madre lectora
también, en un fanático de Vernes, aunque
nunca pude terminar de leer (aun no lo hago) “EL Soberbio Orinoco”.
Cuando inicie a reunirme con
aquellos locos maravillosos, a quienes yo admiraba, no me fue fácil ser
aceptado siendo yo menor que ellos. Persistía yo en estar en la esquina con
ellos escuchando sus cotorras sobre los diversos libros que ellos leían. Muchas
veces algunos de aquellos tarajallos, en especial Simón Sumoza, me corrían del
grupo. Simón solía decirme __ ¿qué haces tú aquí carajito? Vete para tu
casa__ y otras como __ Este carajito si es ladilla, anda a
jugar metra___ aunque casi siempre fui
defendido por su hermano Germán Sumoza, lo que me autorizaba a quedarme. Con el tiempo y luego de breves intervenciones
mías sobre lo que yo opinaba de sus discusiones literarias mezclándolas con mis
lecturas Vernianas, fui superando la etapa de falso rechazo y poco a poco fui aceptado. Aunque Simón, nunca
dejo de joderme para su diversión, ni
Germán, dejo de defenderme. A pesar de Simón,
yo intuía en sus palabras y sus bromas
afecto y sorpresa por mis intervenciones.
Inicie así el intercambio de
libros, y me leí, a los autores de moda como Mario Puzzo, Papillon, y libros
que aun hoy siguen dando de qué hablar como: 100 Años de Soledad, La Casa
Verde, El Lobo Estepario y unos cuantos más de diversos autores y estilos. Las discusiones sobre lo
que uno y otro leía y nuestros diversos
puntos de vista siguieron alimentando a este grupo que durante unos 2 o
3 años siguió reuniéndose de manera
informal y sin convocatoria en la acera de la Señora Santiaga. En algún momento
de esas tertulias nocturnas se nos
ocurrió que Palo Negro, no tenía Biblioteca Pública, así que decidimos
constituirnos en Comité Pro Biblioteca de Palo Negro, y el patio de mi casa se
convirtió en espacio para las primeras reuniones.
Simón, el tipo genial, brillante
y jodedor, hacia algún tiempo que ya no estaba entre nosotros los mortales debido
a un lamentable accidente que lo alejo de nosotros, del fútbol y de su equipo
Gol 70, justo cuando era considerado el
mejor arquero del pueblo. Germán Sumoza, tratando de superar el dolor de la
perdida asumió el liderazgo dejado por Simón. Se dedico a liderar las reuniones
pro-biblioteca, mientras yo fungía como una
especie de secretario de actas, tomando notas de lo que se decía y se proponía.
A esas reuniones asistían jóvenes del entonces
como, Juan Reverón, Simón Saad, Luis Carrillo, Eloy Merchan, Henry
Castillo y dos de sus hermanos; también Antonio José Hernández, Luís Custoi, Eduardo
Veloz, Iván Girón, Héctor Rondón, un catire que llamaban el gringo junto a su
hermano otro que apodábamos Ciro Vega, hoy no recuerdo sus nombres, y sé que
hay muchos más que participaron en esta etapa del génesis, pero mi injusta memoria no me permite recordar.
Una de nuestras primeras
acciones fue enviar carta a la Junta Comunal, que presidia en el entonces
Carlos García Barrera, para enterarlos
de nuestras actividades. Para cada carta
que debíamos enviar a algún organismo, nos valíamos de la hermana de
Germán, Antonia Sumoza, quien tenía por
su trabajo como hacerlo; no podía ser de otra manera pues pocas personas tenían
máquina de escribir y por supuesto las computadoras en el entonces eran una
utopía de las cuales sólo habíamos oído hablar en las películas y libros de
ciencia ficción.
Carlos García Barrera, nos
respondió y hasta nos permitió reunirnos en el salón de sesiones de la Junta
Comunal que el presidia. Allí religiosamente nos reunimos una noche, una vez a
la semana. Mandamos Cartas a la Biblioteca Agustín Codazzi, de Maracay,
solicitando su apoyo y por nuestra parte decidimos salir de casa en casa a
pedir libros para alimentar la biblioteca de nuestros sueños. Durante
aproximadamente 5 o 6 meses esta comisión funciono sobre todo en la recolección
de libros. El pueblo generoso de Palo Negro, nos abrió las puertas de sus casas
y celebro nuestra causa donando libros, de literatura, historia, poesía y
muchos textos escolares.
La Junta Comunal, fue la
encargada de resguardar las cajas y cajas de textos que fueron donados por el
pueblo, también se nos comunico que de allí en adelante los enlaces con la
Biblioteca de Maracay serían institucionales y que los libros estarían
resguardados hasta que se lograra la inauguración de la Biblioteca.
Confiados en haber cumplido con nuestros
deber en la consecución de la biblioteca, todos nos retiramos entendiendo que
nuestra Comisión Pro Biblioteca había cumplido y que ya no era necesaria
nuestra participación y sólo debíamos esperar.
La comisión
desapareció, yo me uní a los jóvenes que se reunían en el Club Social Palo
Negro, (1974) y que se daban a llamar Palo Negro Adelante (PANEADE) en estos espacios la muchachada hacia teatro,
danza, deporte y mucho más, la directiva
del Club, quizás motivada por la cantidad de jóvenes que allí acudíamos nos
carnetizaron, también un poco para mantener el orden en estos espacios que hasta ese entonces habían sido
celosamente abierto sólo a los socios, sus hijos y alguno que otro familiar. Si no me equivoco como un año y medio antes esa
misma directiva, en donde las figuras principales eran, Carlos García Barrera,
José Colina y Pita Galán, inauguro dentro de sus instalaciones una
biblioteca con extraordinarios libros,
aire acondicionado y unas sillas enormes y muy incomodas pero había donde leer.
Está biblioteca tuvo por nombre Balbino Blanco Sánchez, en honor al poeta y
declamador turmereño. El día de la inauguración se conto con su presencia y
deleito al público declamando con esa voz profunda, varonil y melódica de estilo muy particular que le
caracterizaba. Esa noche escuchamos de
su voz “Píntame Angelitos Negros, Majestad Negra, La rumba, Barlovento, Canto
para dormir a un negrito” entre tantos otros que hoy ya no recuerdo. La biblioteca en un principio estuvo a Cargo de Carlos
Navas Hernández, mejor conocido entre sus amigos y familiares como Tite, el fue
profesor de biología, coralista, extraordinario lector, hombre muy culto, ameno
conversador, y primer chicharrón de los bailes de la orquesta Billo’s Caracas
Boys. Carlos, motivado a un quebranto de salud
renuncia al cargo y su
sustituto sale de la fila de los jóvenes del grupo PANEADE que allí nos
concentrábamos. Se trato de José Vicente Blanco, lejos
estábamos de saber quiénes con él nos la pasábamos, que aparte de ser un
excelente hacedor de espaguetadas, arroz con pollo y sancochos en todas nuestras reuniones de casa en casa, que
llegaría a ser en los años 80 uno de los mejores pintores del Estado Aragua,
ganando numerosos premios y considerado a nivel nacional como uno de los
mejores dibujantes del país, y allí en el cargo se mantuvo hasta 1980, cuando
egresa de la Escuela de Artes Visuales”Rafael Monasterio” . Esa fue nuestra
primera biblioteca de Palo Negro y también la primera en desaparecer años más
tarde, posteriores directivas que sucedieron a Carlos Gracia Barrera, José
Colina y Pita Galán, debieron estimar que no hacía falta tal instrumento de
apoyo a la educación y la cultura palonegrense.
Pocos años después, la Junta Comunal, inauguro en la calle Bolívar, justo en la casa
del carpintero Morales, la Biblioteca
Municipal, y le pusieron por nombre Rafael Longoria, (Aun hoy me pregunto por
qué y quien decidió el nombre) ninguno de los miembros del movimiento Pro
Biblioteca fuimos invitados, y muchos se enteramos de su inauguración con los
meses. Tampoco fue ninguno de nosotros a reclamar que no se nos llamara, para
nada, ya la biblioteca estaba y eso era lo importante.
Muchos fueron los Bibliotecarios
que por allí pasaron, la primera si no me equivoco fue Liliana Hernández,
habitante de la calle Ricaurte con Pasaje “A”, después de ella pasaron por allí
muchos otros. Para mediados de la década de los 90, cuando Palo Negro ya
contaba con su autonomía Municipal, y próximo a cumplir la Biblioteca sus 20 años, asume
como bibliotecaria la joven Ingrid Osorio, ella con su mejor voluntad organizo
el aniversario. Esté se celebro con bombos y platillos, gracias a la primera
Alcaldía del Municipio Libertador, y el apoyo del primer Alcalde electo Guillermo
Morales, durante los actos se reconoció a los bibliotecarios que por ella
pasaron, se condecoraron personas, se entregaron placas, y se conto con la presencia de familiares del
epónimo Rafael Longoria, estos últimos venidos de la Victoria. Una de las cosas resaltantes del evento es
que se distribuyo un folleto con una historia muy distinta a esta, con otros
protagonistas o precursores y más apegada a reconocerles a las autoridades
locales de mediados de los 70, las últimas gestiones que para su consecución
hicieran, en especial a las autoridades sobrevivientes de aquel entonces. También
se les reconoció a otros vinculados al personal de la biblioteca y a uno que
otro comerciante.
Ingrid tuvo toda la buena
voluntad pero más por inocencia y falta de investigación de parte de ella los
actos se realizaron ignorando estos hechos. Por supuesto también predomino
mucho el egocentrismo del recién electo Concejo Municipal y el egoísmo de las
autoridades de la Junta Comunal de la década de los 70 que aun vivían para juntos
obviar y no investigar esta parte de la historia.
Hoy en el año 2014, en una de
esas tantas Nostalgias Cotidianas que me dan por mi pueblo Palo
Negro, llega esta historia cierta a mi
memoria y decido escribirla como testimonio de lo que los jóvenes palonegrenses
han hecho por el pueblo de Palo Negro, y por supuesto como acto de justicia
histórica para quienes ya no están y también para los que aun quedamos.
Licdo. Hernán
González Díaz.
Próximamente:
- LOS
CHICOS MALOS DE PALO NEGRO Y LA CONSTRUCCIÓN DEL ESCENARIO DE LA PLAZA
BOLÍVAR.
- LA FIEBRE DEL FUTBOL EN PALO NEGRO.
- BREVE HISTORIAS DE LOS GRUPOS CULTURALES DE LOS AÑOS 70 Y 80 EN PALO
NEGRO.
- Gente y Costumbres de Palo Negro.