Historia natural de Buzos
Autor: Hernán González Díaz.
La historia nos cuenta de una infinidad de personas que después del convencionalismo del vestir decidieron salir a la calle como llegaron al mundo (sin ropa, para el deleite de los observadores). La historia misma da cuentas del primer desnudo humano realizado por un tal Adán y una Eva, quienes sin ningún pudor andaban por el “Barrio El Paraíso”, como si tal cosa. Al ver que sus desnudeces no llamaba la atención de nadie, decidieron inventar el primer atuendo con hojas de parra y allí comienza la historia de la moda.
El desnudo en masa no es nada nuevo, por ejemplo: El Día de los Cuarenta Mártires (el 9 de marzo), se recuerda a los 40 soldados romanos que rehusaron hacer sacrificios a los dioses de Roma por fidelidad a su fe cristiana, entonces se les obligó a permanecer desnudos sobre un estanque helado y murieron durante la noche.
Colon por su parte, cuando llego a América, escribió en su diario lo siguiente: “Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no vide más de una harto moza, y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno vide de edad de más de 30 años, muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy buenas caras, los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos y cortos” (Ni por el carrizo Colon pozo sus ojos en una viejita y de paso, a la hora de bucear no reparo en sexo siempre que fuera menor de 30 años) Si nos dedicáramos a examinar con atención el texto escrito por el dizque “descubridor” de las Américas, llegaríamos a la conclusión de que él genovés en cuestión es el primer buzo que registra la historia en estas tierras. Más esa no es nuestra tarea.
Artistas como Miguel Ángel, hace casi 500 años guardaba culto al desnudo. Miguel Ángel dedica gran parte de su obra al cuerpo humano, con poca o ninguna prenda, al punto que una de sus obras; El Juicio Final, es una obra admirable y atormentada y esta poblada con cuatrocientos desnudos esculturales. Y los mismos que critican la desnudes del cuerpo se van a los museos a deleitarse con tal desnudes.
Y yo me pregunto de ¿donde viene esta tendencia al denudo humano? ¿De donde sale ese querer ver aunque sea un piconcito? Imagino yo, que esta tendencia a ver desnudos, debe tener sus raíces en el placer de lo prohibido. Porque fíjense, si usted va a una playa nudista, pasado un corto tiempo ya usted no volteara a ver con mayor interés algún cuerpo desnudo. Más, si a alguien se le ocurre filtrarse con ropa, todos los ojos de los presentes se posaran sobre él, y no faltara quién diga _Que descaro tiene ese, mira que venir con franela y bermudas_
La poesía también tiene su culto al desnudo, el mismo poeta norteamericano Walt Whitman escribe desde sus pasiones nada ocultas en su, Canto a mí Mismo:
Veintiocho mocetones se bañan en el rió.
Veintiocho mocetones, en cordial camaradería, se bañan en el río...
(Y más adelante agrega en un juego de imaginación y lujuria atribuido a una mujer que observa desde su atalaya)
...Una mano invisible pasa también acariciando temblorosa las sienes y los lomos.
Los muchachos flotan boca arriba con el vientre blanco y combado bajo el sol,
Sin saber quien los abraza y los aprieta,
Quién resopla y se inclina sobre ellos...
Y yo me pregunto ¿esa mano, esa mujer, ese quien resopla, no será el mismo Whitman?
Pero tratando de profundizar, quien en su sano juicio, y en plena adolescencia, no se robo por unas horas aquella revistica picante, quién no trato de ver por un huequito a una prima o una vecina mientras se bañaba o se vestía, quién no se quedo hipnotizado viendo la orillita de alguna minifalda, ligando que se subiera un poco más de lo normal. Aunque después de alcanzado el objetivo, no supo que hacer con aquella imagen perturbadora y como auto castigo se asilo en el baño de casa y paso horas y horas tratando de lavar las culpas a mano. Sé que esta perorata esta dirigida más a la acción típica de los caballeros. Por ello pido perdón a las damas ya que no poseo su experiencia al respecto, más si alguna de ustedes nos lo quiere comentar a fin de que sea divulgada escribanos su parecer desde el punto de vista femenino y, sonrójenos de una buena vez, (que estoy seguro así será) demostrándonos: que pacato, inocentes y engreídos podemos ser ante una mujer que también se dedica al discreto y antiguo arte del buceo.
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